Y si vas a China... hazte romano

Hace casi un año regresé de un viaje que cambió mi vida. Después de todo ¿A quién no le cambia la vida ir al otro lado del mundo?

Si bien existen muchos blogs de viajes en los que te dicen qué lugares visitar en China y consejos para tu estadía, nada se compara a vivir la experiencia, y cada experiencia es única, en mi caso no fueron vacaciones con amigos o familia, ni ese viaje que emprendes solo para desconectarte de todo, mi viaje fue para estudiar durante dos meses junto a 30 personas, de las cuales la mayoría eran unos ilustres desconocidos. 

Primeros días

Después de más de 30 horas de viaje, instalarse en el hotel y cambiar algo de dinero, empezó la aventura en Beijing en donde absolutamente todo era sorprendente, desde el cartel que le daba la bienvenida a los "Jóvenes Expertos" (¿?) de Ecuador, el Nido de Pájaro, el Cubo de Agua, hasta el montón de chucherías que vendían en el mercado de la seda y los logotipos de las marcas conocidas pero con caracteres chinos.

Las fotos no se hicieron esperar, ni la comida, ni la cerveza, que por ser extremadamente barata a más de uno le dejó lagunas mentales después de la cena de bienvenida.

¡Deme 8!

Al tercer día nos movilizamos a Harbin, una ciudad muy hermosa en la que por pasar más días tuvimos tiempo de recorrerla, conocer centros comerciales, lugares turísticos, probar diferentes tipos de comida, más cerveza y hacer compras...

Compras que iban desde cosas útiles como ropa y tecnología, hasta otras que no lo eran tanto, como "curiosidades y recuerditos", si bien nadie se escapó de comprar cosas que no sirven para nada, algunos exageraron al punto de agotar la mitad de su presupuesto en menos de dos semanas y además completar gran parte del peso permitido en el equipaje con cosas que yo solo hubiera comprado si quisiera abrir un chifa a mi regreso.

Felices Juegos del hambre

A medida que pasaban los días, la emoción de probar la comida china (al menos la que nos daban en la fábrica en donde realizamos la visita técnica) se iba perdiendo, los platos pasaban de estar llenos de cosas de las que uno no podía estar seguro qué diablos eran a tener únicamente sandía, verduras y pastelitos que no sabían a nada.

Back to school

Después de casi dos semanas de convivencia, todos nos conocíamos un poco más y cada uno tenía su grupo de gente más o menos definido. Yichang, fue la tercera ciudad que visitamos, un hotel pasó a ser nuestro hogar por la mayor parte del tiempo que nos restaba del viaje y la Universidad Tres Gargantas, nuestro centro de estudios. La idea de volver a las aulas y aprender nuevas cosas me emocionaba mucho, así como las ganas de aprovechar las instalaciones para hacer deporte.

De lo lujoso a lo dudoso

Si bien el hotel de Yichang estaba decente, comparado con los hoteles de nuestros primeros días en China era muy inferior. Sin embargo creo que todos lo supimos apreciar cuando por razones de logística tuvimos que pasar dos noches en un hotel cuyas habitaciones eran pequeñas, las camas (si se les podía llamar camas) eran duras, los baños en lugar de inodoro tenían un hueco en el piso y algunas habitaciones venían con uno que otro insecto incluido o con tarjetas con número de teléfono acompañado de la foto de una o varias señoritas escasas de ropa.

Quejas

Este fue el detonante para que se desatara una ola de quejas, algunas con sentido y otras muy un poco fuera de lugar, nuestros anfitriones hicieron algunos cambios para mejorar nuestra estadía, sin embargo a algunos no había tuza que les calce  no les resolvieron sus incomodidades, por tanto las quejas siguieron. 

Si vas a Roma, hazte romano

Para mí la principal queja era que existían muchas quejas. En una de las reuniones, una de las personas a las que casi no le había escuchado la voz en todo el viaje citó una frase que si bien no hizo desaparecer las quejas, nos puso a todos a reflexionar sobre la oportunidad que estábamos teniendo y sobre los verdaderos objetivos de nuestra visita. La frase que logró eso fue "Si vas a Roma, hazte romano", lógicamente también hizo que el mundo ardiera (y que yo disfrutara verlo).

Con los terroristas

Una de las cosas mejores cosas que me dejó esta experiencia fue conocer nuevas personas... profesores, coordinadores de nuestras clases, los chinitos de las tiendas y restaurantes y los estudiantes extranjeros; chicos de nuestra edad que al igual que nosotros estaban adaptándose a las costumbres de un país que no es el suyo, con la diferencia de que ellos si sabían hablar chino.

No faltó el que al conocer sus países de origen y ver su forma de vestir, los asoció con el terrorismo, tampoco faltó el que les hizo preguntas incómodas sobre eso. Obviamente no lo eran y en lugar de tomarlo a mal, compartieron tiempo de calidad con nosotros. Lo único que hizo falta fue un buen Harlem Shake.

Estudiar.com

Así como hubo tiempo para turistear y divertirse, también toco estudiar duro, aprender cosas nuevas y desempolvar otras, como en todos lados habían unos profesores excelentes y otros que dejaban mucho que desear, y sí... aquí y en la China los exámenes tienen preguntas de temas que nunca te explicaron en clases, afortunadamente todos cumplimos nuestro principal objetivo que era aprobar sin ningún problema.

C'est fini

Después de dos meses llegó el día de volver a casa, algunos queriendo que los últimos momentos pasen más lento, otros desesperados por subir al avión; todos llenos de recuerdos.

Recuerdos que van desde momentos en que quería matar a todos, hasta ratos muy divertidos que me arrancan sonrisas hasta hoy. En fin, el único consejo que puedo dar a quien quiera viajar es que aproveche cada momento, que disfrute sin estresarse y que trate de adaptarse... En resumen: Si vas a China, hazte romano.